¿Qué les enseñan a nuestros hijos en los liceos? Y más importante aún ¿para qué les enseñan lo que les enseñan? Me hago estas preguntas desde mis distintos roles como padre, docente universitario, empresario y ciudadano. Y lamentablemente no tengo buenas respuestas, y las que tengo, no me satisfacen.
Primero. Tengo la plena convicción que la mayoría de los liceos –aún los privados- se esmeran más por cumplir con “el programa” que por despertar los talentos y virtudes de sus educandos.
Los profesores no están entrenados para detectar talentos, apenas están capacitados para responder simples preguntas. No saben detectar en el “payaso” de la clase a un futuro actor, en el tímido o recatado a un posible investigador, en el charlatán a un prominente orador o en el galancito a un innato vendedor.
El 80% de lo que aprendan en el liceo lo olvidarán en menos de 5 años o quedará obsoleto. En cambio el habilidoso para el deporte, para la charla amena o para la investigación, lo será para toda su vida. No importa el deporte que desarrolle, ni lo que investigue: lo importante es que hará algo que le gusta y para lo cual tiene un talento natural.
Segundo. El sistema educativo está diseñado para contemplar a los mediocres, no para destacar a los excelentes.
Existen clases de “recuperación” en Febrero para los más lentos o las más haraganes, pero no hay clases de “potenciación” para los sobresalientes. ¿No es mejor potenciar los talentos y las fortalezas que compensar las debilidades?
Tercero. Todos los liceos dicen que “educan en valores”, pero ¿qué valores?
Lo que más valoran los uruguayos es la “seguridad”. Por eso el 63% de los jóvenes menores de 25 años aspiran a ser empleados públicos. No es para menos; en abril del 2009 el Parlamento llamó a un concurso para cubrir el puesto de “oficial de Intendencia” (manejar ascensores, servir café, trasladar insumos y atender al público) con su sueldo de $ 27.000 por mes.
La mayoría de los padres quieren que sus hijos sean educados en valores como la “solidaridad”, el “compañerismo” o la “criticidad”, antes que los valores de “calidad” o el “emprendedurismo”. Por eso se inscribieron más de 180.000 jóvenes para servir café y menos de 100 para presentar proyectos emprendedores.
Recientemente el Banco Santander hizo un llamado para “Emprendedores Universitarios”; se anotaron 43 proyectos y sólo 15 entregaron el plan de negocios exigido. La Universidad ORT junto a VTV y Grupo la Información de España organizaron el Venture Day Iberoamericano + R; se presentaron 120 proyectos, de un plumazo descartaron 80, quedaron sólo 40. Y al Open Coffee Montevideo, menos de 12 anotados. ¿De qué valores hablamos?
Cuarto. No tengo los más mínimos parámetros para juzgar la calidad de la educación que reciben mis hijos ni para comparar entre diferentes Instituciones.
¿Cómo puedo saber si el Colegio Inglés es mejor que el Seminario? ¿Cómo sé si el Elbio Fernández educa mejor en matemáticas que The British School? ¿Por qué el Christian Brothers cobra tres veces más caro que el IEEP en El Pinar? La respuesta: imposible saberlo.
Las autoridades de secundaria están más ocupadas en “inspeccionar” el cumplimiento de los programas creados por sus burócratas y sus Asambleas Técnico Docentes, que en darle a los padres las herramientas e información necesaria como para que podamos evaluar con objetividad y profesionalismo el lugar donde educaremos a nuestros hijos. Al final terminan pesando estos tres criterios para elegir el Colegio, que nada tienen que ver con la Educación y son:
1 – quiénes son las familias y amigos que van a cierto Colegio (para que estudie con “gente como uno”),
2 – la estructura edilicia (que nos “llena el ojo” con aulas, gimnasios y laboratorios lustrosos),
3 – la cercanía (no será muy buen colegio, pero queda cerca)
Quinto. ¿Qué espero de un liceo?
- Quiero que el liceo ayude a mis hijos a descubrir sus talentos, no a salvar exámenes
- No quiero que lo feliciten por tener todo 12, eso no me da ninguna señal sobre dónde están sus talentos y sus pasiones. Sólo me dice que es un chico muy responsable. O un anodino que tanto le da estudiar matemáticas, como historia o dibujo.
- Quiero que lo formen para ser un ciudadano útil: que aprenda a arreglar un enchufe más que medir el azimut de una estrella, que sepa cocinarse a recordar de memoria la Tabla Periódica.
- Que aprenda a pensar por sí mismo, no a memorizar.
- Que aprenda a resolver conflictos con otros compañeros, no a recurrir al amparo de un docente
- Que le estimulen la iniciativa individual
- Que le ayuden a desarrollar su autoestima, la mejor herramienta para superar obstáculos en la vida
- Y sobre todo, que se divierta aprendiendo y que sus profesores se diviertan enseñándole, porque en última instancia, si mi hijo no logra hacer lo que le guste, va a tener que trabajar.
Dr. Guillermo Sicardi, MBA
1 comentario:
Agregaría, como dice Ken Robinson en su famosa charla TED, que le fomenten la creatividad.
Los cambios son cada vez más rápidos. Es fácil ver cómo en los último 10 años hubo más cmabios que en los anteriores 50, y que en los anteriores 100.
Eso significa que estamos educando a nuestros hijos para un mundo que no tenemos ni la más pálida idea de cómo será. Y tendrán que ser creativos para sobrellevarlo. Tendrán que ocuparse en las nuevas profesiones, emprender no sóo en Uruguay sino con el mundo y compitienedo con el mundo. Tendrán que saber de diferentes culturas, y será su obligación que sepan meter todo eso en su procesadora y sacar algo bueno de ahi.
También deberán ser creativos para poder mantener y defender cosas que NO cambian o no deben cambiar, como son la honestidad, sinceridad, libertad con responsabilidad, etc.
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