sábado, 15 de enero de 2011

En defensa del Mercado


La demanda de trabajo sube. Esta es la mejor defensa del trabajador. No hay leyes laborales, sindicatos ni seguros por desempleo que sean más efectivos que un mercado pujante para defender el precio de la mano de obra como el de cualquier otro producto o servicio. (ver noticia en El Observador)

Los empleados tienen que entender esto: su mejor amigo es el mercado. La manera que su mejor amigo esté sano, es con  menos intervención estatal, con menos obstáculos al comercio. El ranking www.doingbusiness.org del Banco Mundial, muestra claramente qué hacen los países “ricos” y que hacen (o no hacen) los países pobres paras seguir siendo tales.

Los empresarios también tienen que entender el mercado laboral. Durante años (demasiados), el precio de la mano de obra no subía por falta – justamente - de mercado. La manera de subir ese precio era por presión (sindical o del gobierno) y no por acuerdos voluntarios entre las partes.

Hoy los empleados migran de una empresa a otra en busca de mejor salario, lo cual está muy bien. Los empresarios también dejan a un cliente “C” para poder atender a uno “A”. Entonces,  ¿por qué se quejan y se sorprenden cuando los empleados se les van?

Lo que hay que entender es que el salario no es lo único que retiene a un empleado; como el precio de un producto no es lo único que retiene a un consumidor. Si así fuera Tienda Inglesa estaría fundida y el supermercado más berreta de barrio, que vende sus productos un poco más baratos, gozaría de buena salud. No es así.

Las empresas tienen que pagar “el precio de mercado” (si es que el empresario cree en el Capitalismo y no en un mero Mercantilismo), pero además ofrecer condiciones laborales para que el empleado no venga a “yugar” sino a realizarse, que no venga a “laburar” sino a “agregar valor”.

Esto implica que tenga una silla sana para sentarse, un PC que funcione, aire acondicionado para no derretirse en verano y sobre todo que venga a trabajar a un lugar donde sepa qué tiene que hacer, hacia dónde va el barco y cuál puede ser su mejor contribución para llegar a buen puerto.

Son pocos los empleados y –paradójicamente- también son pocos los empresarios, que realmente creen en las virtudes del mercado.



Guillermo Sicardi, MBA

1 comentario:

José Javier Galarza dijo...

Sr. Sicardi> Los uruguayos, sean empresarios o empleados, no creen en el mercado porque no creen en la libertad. Siga igual predicando, que alguien lo va a escuchar.